martes, 2 de septiembre de 2008

Yo de nuez


¿Qué Pachuca por Toluca? Pos yo acá, aprovechando que el jefe se fue a hacer unos quehaceres fuera de la ciudad. Me he apropiado de su compu y espero que en unas horas de su secre, que está medio federal, pero no le hace, porque hace el resto de tiempo que no tengo con quién sacar el veneno. Les seguiré contando de mi vida. Yo fui medallista olímpico en las olimpiadas de Valle de Chalco. Compartí el podium con un clavadista puñal cuyo nombre no recuerdo, creo que se llamaba Greg Luganis. Lo que sí recuerdo es que el muy gandalla me quería clavar la riata. Yo le decía, sáquese, que no me gusta que me anden metiendo alambres, que mi organismo es una cosa bien fina. El tipo insistió, pero no logró que yo desistiera, mejor muerto que puto.
Yo soy burócrata, pero tengo estudios universitarios. Mis más grandes maistros se llamaban Pascual Cabezas (sin albur) y Joaquín Mimbre, a quien los gandayas de sus alumnos llamaban Juaquín Miembro, nomás porque una vez que salió él del baño se le olvidó acomodarse el pizpiate por dentro del pantalón. Así como lo ven de tímido, el prof salió bien pediquiur del baño mostrando el animalote a todo el personal de la cantina. Y digo lo de animalote porque sucedió que aquella ocasión, el buen Juaquín cuando llegó a la mesa, sin darse cuenta, dejó echada sobre ésta su cosa aquélla. El Cabezas andaba hasta la madre, hasta hablando en dialectos huastecos, y pos que empieza a gritar: ¡Un gusano, un gusano! Otro de los asistentes a la cantina, que no era yo, porque yo soy abstemio, como el personaje ese de la novela de Carlos Fuentes, La muerte de Abstemio Cruz, que es tan buena como esa otra novela del Llano en llamas. Decía que el otro asistente, como andaba re chachalaco, que saca una botella del saco, ¡y bolas! que la estrella en lo que él creía que era un gusano. Después del madrazo que dice el Juaquín, con su inocente cara de niño: ¡Ay güey, creo que ya me picó!
Pos puras risas cada que recordamos esa anécdota, aunque el profe como que se emputa, pero allá él y que con su pan se la coma, que a mí se me da una higa que la gente se enoje o no con lo que yo diga, que hablo porque hablar puedo y es justo lo que les hablo, toran toros del infierno los caballitos del diablo. Pero más allá de la anécdota, el tipo es eminente por sus conocimientos y su rigor académico y experimental. Hablaré después de él. Ahora me despido que ya viene la secre: ¡Ajúa!

10 comentarios:

Jorge Masta dijo...

Declara Pardo.

Disidente dijo...

Saludos lastima que llegó la secre,para que nos siguieras intruyendo en las artes ma..maestras del buen hablar.Yo conozco un profe no tan cabezon (no pienses mal.no tan sesudo) que a él si le picó el gusano ,luego te cuento.
P.S.¿SEGURO QUE EL LUGANIS NO TE GANÓ VIAJE?

Anónimo dijo...

A chirrión!!!, Ts aca, hasta la secre lo trae juido?, ahahaha. Don Ambrosio, chachalaco se puede usar para cualquier persona en estado anémico?

Mait' dijo...

JAJAJAJA la pase bomba en tu blog! Esero que tu tambien con la secre jjajaja

Bertha Calcedo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jorge Masta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jorge Masta dijo...

El que calla concede Pardo.

Anónimo dijo...

Jorge Masta, o mejor debo decir: Dr. J...

Anónimo dijo...

o más bien debo decir Lic. P....?

r. dijo...

Las secretarias son los tomatitos cherry
Luganis
Luganis
Tú eres el crotón